Escribo estas líneas al
inicio de la jornada de reflexión, 24 horas antes de que empiecen las
votaciones al Parlament de Cataluña y antes de que pase lo que me temo que finalmente
va a pasar.
¡Ojalá me equivoque! Lo
deseo de todo corazón. Sería una alegría equivocarme. Pero me temo que no sucederá.
Dentro de 24 horas tendré la respuesta.
¿Qué por qué querría
equivocarme? Pues porque creo que mañana mis mejores amigos estarán tristes y
decepcionados ante el resultado de las elecciones catalanas. Y si no lo están
mañana (porque puede que mañana todos digan que han ganado) lo estarán las
próximas semanas, cuando vean cómo se
desarrollan los acontecimientos.